El estrés resulta uno de los problemas más graves de la humanidad moderna. La Kinesiología tiene técnicas para liberarse rápida y eficazmente de sus consecuencias. Aunque cada organismo reacciona ante los diversos desequilibrios de un modo particular, sabemos que existen unos patrones comunes ante el estrés.
Hans Selye, padre de la investigación sobre el estrés, descubrió que hay una serie de respuestas corporales básicas ante el estrés, y que responde a diferentes etapas; él llamó a este proceso el Síndrome de Adaptación Generalizada (S.A.G.)
A. 1ª FASE
Estresante:
El cerebro ordena al cuerpo que libere ciertas hormonas (adrenalina, cortisol, etcétera) en el torrente sanguíneo y se distribuyen a todas las partes del cuerpo, produciendo cambios metabólicos. La circulación en el tracto digestivo disminuye y en su lugar inunda los músculos. Por otro lado, el riego sanguíneo en el cerebro frontal (la corteza cerebral) decrece, cerrando ciertas áreas y limitando así la complejidad del pensamiento. De este modo, reaccionamos ante los retos con mayor rapidez y focalización.
B. 2ª FASE.
Resistencia:
También llamada fase de “lucha/huida”, intentamos mantener nuestro bienestar. Tanto si enfrentamos como si nos retiramos, la sangre sigue desviándose del cerebro frontal (que es el área que contiene nuestro intelecto consciente y la solución de problemas) hacia la parte más primitiva del cerebro, que toma el mando. Las decisiones ahora son inconscientes e instintivas. La supervivencia física es el principal objetivo aquí.
C. 3ªFASE.
Agotamiento:
En esta fase, la sangre se retira de los músculos, vuelve de nuevo a los órganos abdominales donde el hígado, los pulmones y los riñones empiezan a eliminar las hormonas de estrés de la sangre. Con menos sangre en los músculos, resulta más difícil mover brazos y piernas, favoreciéndose el descanso y la pasividad que el organismo necesita para recuperarse. Este mecanismo de agotamiento asegura, no obstante, que paremos a tiempo los mecanismos biológicos que se activan ante el estrés, que tanto desgastan al organismo, envejeciéndolo más rápido y que, de convertirse en una situación mantenida y prolongada, podría llegar a provocar incluso la muerte del mismo.
“Un leve estrés puede mejorar nuestra atención y rendimiento.”
“Si aumenta, además dejamos de procesar la información de modo correcto, aumentando los errores. “