Hasta hace poco se creía que las infecciones por parásitos sólo tenían lugar en países subdesarrollados, donde la sanidad es pobre, el agua está contaminada y la higiene es escasa.
Sin embargo, muchas personas de países desarrollados conviven con parásitos sin desarrollar síntomas, y otras por el contrario, sufren importantes molestias debidas a parasitosis.
El intestino humano está poblado por una extraordinaria cantidad de microorganismos, algunos de ellos benéficos y otros saprófitos, que viven en equilibrio en el tubo digestivo.
Pero si el intestino está invadido por parásitos sufre diversos efectos adversos debidos a la producción de toxinas y a su acción citolítica sobre las células de la mucosa intestinal.
Las toxinas que producen los parásitos se depositan en la mucosa intestinal y favorecen su permeabilidad, para pasar posteriormente al torrente sanguíneo y afectar el correcto funcionamiento del hígado, la circulación linfática, los riñones, circulación sanguínea, la venosa y el sistema inmune, entre otras…
Pero no hay una norma para que se depositen en un lugar fijo. No lo podemos controlar y es por ello que sabemos que el parásito no va por libre, sino que se deposita en un lugar que nosotros tengamos débil. Nos da pistas, de lo que estamos viviendo y de lo que hay detrás.
El daño que hacen los parásitos y sus toxinas, producen en el organismo humano es muy variado y pueden estar por todo el cuerpo sin ni siquiera saberlo y sin dejar sintomatología clara.
Por lo que vemos, los parásitos pueden estar en nuestro cuerpo de diferentes formas e invadirnos todo él al completo, pero lo que se está viendo ya en consulta muy a menudo, es que también nos ayudan mucho a poder identificar conflictos emocionales que está viviendo la persona a nivel emocional. Podemos identificar el tipo de conflicto por el lugar donde se encuentran, el tipo de parásito y el desde cuando lo tiene.
Un parásito es un organismo que vive a costa de otro Ser vivo, es por ello que a través de su propia definición, podemos darnos cuenta que la persona que sufre una parasitosis, está viviendo alguna situación en su vida en la cual se está dejando utilizar por otras de una forma u otra, o hace el trabajo de otros, personas que se ocupan de todo, o personas que están cediendo todo su poder a otros.
Normalmente es importante cuidar a nivel físico esa parte del cuerpo afectada por los parásitos, dando tratamiento para matar al huésped y drenar toda la zona, pero nunca debemos olvidar esa parte emocional para hacer un trabajo de fondo y prevenir que nos vuelvan a invadir.
En otras ocasiones solo trabajaremos a nivel emocional siendo suficiente para la sanación de la persona. El qué y el cómo siempre nos lo dirá el cuerpo de la persona.
Con kinesiología es fácil, podremos identificar el tipo de parásito, donde está localizado y como tratarlo para que deje de afectarnos y como liberar el conflicto emocional que hay detrás.
A la vez, como tenemos un cuerpo holístico, es verdad que también en ocasiones, solo trabajando esa parte física, ya la emocional entre otras se están recuperando.
Es por ello que veremos en muchas ocasiones, productos que funcionan muy bien, a veces no lo hacen, o tratamientos emocionales infalibles a veces no lo son. Porque aunque sea un síntoma físico muchas veces no desde lo físico debeos actuar o aunque sea un a campo emocional, no desde lo emocional debemos empezar. Todo funciona y a todo es válido pero no para todo el mundo y siempre lo mismo.
El cuerpo de la persona sabe cómo ha enfermado y es desde el cuerpo de la persona que nos dirá como curarlo.
Gracias al test de kinesiología el cuerpo nos responde, es por ello que es una terapéutica infalible, fácil de utilizar y muy respetuosa para la persona.
Escrito por Raquel Campanales
Terapeuta y formadora en kinesiología y kinegenealogia®