[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Disbiosis intestinal
La disbiosis intestinal es un estado clínico caracterizado por una alteración cualitativa y/o cuantitativa de la flora bacteriana intestinal y de sus actividades metabólicas.
Numerosos estudios científicos en los últimos años han hecho posible ampliar el conocimiento sobre la función intestinal y el papel desempeñado por la microflora bacteriana, un articulado ecosistema en equilibrio dinámico, capaz de ejercer funciones complejas en la regulación de la salud del cuerpo.
Los análisis de ADN bacteriano han hecho posible la realización de una caracterización precisa de las especies bacterianas presentes a lo largo de todo el tracto gastrointestinal, su concentración y la especificación de la relación sinérgica y numérica existente entre ellos.
Con los conocimientos actuales se han identificado más de 500 especies bacterianas diferentes con un contenido luminal de las células microbianas 10 veces mayor que el número de células somáticas.
A pesar de que el complejo ecosistema microbiano sea relativamente estable a lo largo de la vida adulta, los cambios relacionados con la edad, el tipo de alimentación, el uso de fármacos y otros muchos factores, inevitablemente implicarán cambios cualitativos y/o cuantitativos en su composición, desembocando en una situación de disbiosis intestinal.
La aparición de esta condición clínica comporta el aumento de las actividades metabólicas microbianas en el sentido proteolítico y/o sacarolítico, con consecuente aparición de fenómenos fermentativos y / o putrefactivos.
Síntomas clínicos
Los síntomas clínicos se caracterizan por la aparición de hinchazón abdominal, distensión abdominal, flatulencia, alteraciones del tránsito intestinal, tanto diarrea como estreñimiento, a veces asociados con dolor abdominal de tipo cólico.
La disbiosis intestinal se trata fundamentalmente con modificaciones nutricionales asociadas a la ingesta de cepas probióticas bacterianas seleccionadas, que pueden reducir la presencia de flora bacteriana patógena y restaurar el eubiosis.
La eliminación de la flora patógena se puede lograr a través del uso de cepas bacterianas transitorias como Enterococcus faecium y Saccharomyces boulardii.
Son cepas bacterianas capaces de contrarrestar las bacterias patógenas (E. coli, Candida albicans, Clostridium, Proteus … ..) por medio de mecanismos de competencia y de exclusión espacial de la producción de proteasas específicas, de bacteriocinas, ácido butírico y ácido fórmico capaz de destruir bacterias, virus y hongos.
Una vez conseguida la recuperación del intestino utilizando estas cepas probióticas, es posible restaurar la eubiosis a través de una cuidadosa y precisa refloración microbiana selectiva y secuencial del intestino delgado y del intestino grueso. Esto se hará gracias a la suplementación en primer lugar de bífidos capaces de recolonizar el intestino delgado y en segundo lugar de Lactobacillus capaces de colonizar el intestino grueso.
Los datos de la literatura científica internacional han subrayado, en repetidas ocasiones, que la respuesta al tratamiento integrado con probióticos debe ser siempre con cepas especie-escpecíficas, además de ser dependiente de las dosis. Por lo tanto, se aconseja utilizar cepas bacterianas humano-compatibles para las cuales se ha demostrado la seguridad y la efectividad del uso.
Escrito por el Prof. Marcello Romeo (Nutribiotica)
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